Un Sueño.

Anoche tuve un sueño. Empiezo en plan Martin Luther King, (¿por qué Word se empeña en Kina?), y os lo cuento, porque yo creo que es una señal.

El sueño empezaba como todos los sueños, sin introducción ni presentaciones ni nada, in media res, en una oficina con una docena de tíos con corbata y camisa blanca, en la maquina de café, el mejor lugar de la oficina. Pues de repente, como pasa todo en los sueños, un tipo armado amenaza con matarnos a todos, mira nervioso por las ventanas, suda, en cualquier momento se va a montar la de Dios.

No sé por qué, pero el tipo tiene pinta de haber llevado corbata antes, no me hagáis explicarlo, es una sensación, como si fuera un tipo que antes vivía como nosotros, los tipos de corbata, en la cresta de la ola, estresados y orgullosos de estarlo, eso sí, en la máquina del café.

Cuando llevamos un rato, incalculable en el sueño, hablando de lo mal que está todo, que dímelo a mi, que tal, hace mucho calor, es la policía que desconecta el aire acondicionado para poner nervioso al secuestrador, no, es nuestro jefe, que a veces se le ocurre comprar lo más barato y se dispara. En plena charla, el secuestrador nos da un ultimátum, así a  bocajarro, ahora que empezábamos a entablar conversación, toma amenaza.  Nos dice que nos dejará vivir a todos menos a uno, que elijamos a uno de la oficina, él lo mata y luego se entrega, que ese era su plan desde el principio. En mi sueño todo el dilema moral me lo salté y volví cuando ya teníamos elegida a la victima, un tipo normal, con corbata sosa, la camisa sudada por la situación y por el rancio del jefe, que nos miraba sin terminar de creérselo, pero así es la democracia, que decía Leo Bassi, uno jodido, diez riendo.

El secuestrador sonríe, todo parece una broma de cámara oculta, un poco macabra, a lo japonés, pero cámara oculta. Ya hemos tomado la decisión, el soso ha sido elegido a pesar de sus súplicas y de su cara de carnero degollado. El tipo lo empuja contra una mesa, le pone la pistola en la sien, vemos la cara del pobre tipo, que pasa del llanto a la amenaza, pasando por el estoicismo y la incredulidad, y cuando se va a oír el disparo y el interfecto se marcha al otro barrio.

Clap, oímos un ruido de papel perforado, sobre la mesa un manojo de folios escritos con cuadros de texto y gráficos, todos agujereados, todos a la vez, organizo los folios, los reviso una última vez y me los llevo para entregarlos.

Aquel tipo, de cuyo sufrimiento fui testigo y parte, se ha convertido en papel, en unas hojas con datos, lo contrario que en los juegos de rol, donde una serie de números y letras en un papel se transforman en una persona con la ayuda de la imaginación.

Y por todo esto me sentía en deuda con el tipo de la corbata sosa, le debía esto al menos. Nombrarle aquí, y una reflexión, mi próximo personaje tendrá algo de él, de persona, antes que de ficha, y si puede ser llevará corbata.

Espero que a todos nos sirva de ejemplo este héroe anónimo, que ha dado su vida, obligado eso sí, pero la ha dado para salvar al resto, y para hacernos pensar en el papel y en los papeles, en las fichas y las hojas, en las personas y los personajes, gracias, tío, como te llames, gracias por todo.

Nota: No trabajo en una oficina, ni he trabajado nunca, solo llevo corbata en las bodas, y una vez hace muchos años trabajé con traje y corbata, pero solo duré una semana, a pesar de todo me considero una persona y no un personaje.

Etiquetas: reflexión, sueño