La Maldición de Pluto.
El dinero corrompe el espíritu, pero el oro corrompe además el cuerpo. Los que tocan el vil metal, sufren de dolencias, pústulas, hemorragias, deformidades, y mutaciones. Solamente un pequeño grupo puede tocarlo sin corromperse, los Plutarcas. Ataviados con sus máscaras, sus guantes y siempre con unos aromas oleosos de productos alquímicos se hacen cargo de las riquezas de los demás. Trasladan el oro en caravanas fuertemente protegidas por mercenarios. Se encargan de la vigilancia y el inventario de grandes fortunas en oro y joyas.
Los reinos, ducados y condados suelen tener un Plutarca asignado, con el sello particular de la orden para garantizar los pagos y cobros.
Hay quien dice que son una casta de hombres inmunes a la maldición, hay quien dice que solo son alquimistas protegidos por sus ungüentos y trajes especiales. Lo único cierto que son capaces de manejar el oro que para todos los demás genera dolor y mutación.
La orden de los Plutarcas manejan las fortunas de toda Europa, controlando las transacciones de dinero, vigilados de cerca por los sacerdotes, druidas, consejeros y demás parásitos de la nobleza.
La plata no sufre de esta extraña maldición, pero es tan usada, que se ha devaluado hasta casi no valer nada. Algunas gemas o piedras preciosas también han recibido esta maldición pero en su caso suele ser más la locura y el ansia asesina las que persiguen a los poseedores, como es el caso de los Rubís, llamados gemas sangrientas o gotas de sangre, aunque no sean gotas los que se derramen por su posesión.
La gente comenta que los niños no sufren de estas maldiciones, que su espíritu puro no se corrompe, así que se usan niños para labores domésticas que tengan que ver con el oro. Incluso en algunos reinos son conocidos los Mainsd`or, o Manos de oro, que soportan la corona sobre los reyes a cierta distancia para no provocar corrupción en los monarcas. Los niños que ejercen esta labor, tienen las manos bañadas en oro liquido, o al menos en una solución parecida, que los inutiliza para otras labores.
Y se cuenta también que existen en las bóvedas de los Plutarcas los denominados Pieds d´or, o pies de oro. Niños que caminan sobre el oro descalzos y recubiertos de oro para ayudar en las labores de arqueo y recuento.
En una partida, los Plutarcas podrían ser un patrón muy atractivo, pero peligroso, amenazantes bajo la máscara, con todo el poder del oro detrás de ellos. Pueden contratar al grupo para alguna peligrosa caravana, o para alguna búsqueda suicida de riquezas.
También pueden ser unos proveedores de materiales alquímicos, a unos precios desorbitados.
O un enemigo terrible, si eres capaz de robarles, la orden no tendrá descanso ni escatimará en recursos para dar caza al ladrón y recuperar lo que estaba a su cargo.
Aunque podrías interpretarlos también como tan agarrados a sus bienes, que no pueden desperdiciar nada, y con esa tacañeria, viven en la más absoluta de las pobrezas.
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